Un mundo feliz?
Probablemente el siglo XXI, será el siglo de la genética, en el campo de la reproducción asistida. Podremos detectar cada vez más enfermedades de origen genético, e incluso curar alguna de ellas mediante terapia génica.
Desde hace un par de años las empresas de genética nos ofrecen los llamados test de compatibilidad genética, que pueden detectar hasta 600 mutaciones. Cada persona puede ser portadora de entre 3 a 5 mutaciones recesivas o ligadas a los cromosomas sexuales. Este estado de portador no implica que se vaya a sufrir alguna enfermedad, pero si, que si por casualidad se emparejara con otra persona portadora de la misma mutación, existiría una probabilidad del 25 % de que la padeciera cada uno de los hijos.
Cuando se diagnostica una de estas patologías en una familia, supone un gran avance poder hacer consejo genético y prevenir la aparición de nuevos nacidos afectos, incluso puede tener cierto interés como una nueva oferta para los interesados en consumir tecnología sanitaria.
Seguramente Aldous Huxley, vería muy interesante estos progresos, que permitirán que nuestros jóvenes intercambien sus números de teléfono si sus perfiles genéticos lo permiten, o incluso que con sus smartphones, mediante bluetooth, puedan detectar si hay posibles parejas compatibles, al entrar en una discoteca. Ahora bien, los portadores de muchas mutaciones lo van a tener fatal para “pillar cacho”.
¿Es esto lo que queremos?