¿PUEDES CONFIAR EN TU GINECÓLOGO?

Cuando nos enfrentamos a la necesidad de utilizar semen de donante, siempre nos preocupa el origen del mismo.

Revisando casos antiguos me he topado con dos historias legendarias. El ginecólogo norteamericano  Cecil Jacobson  y el biólogo austriaco Bertold Wiesner .

Allá en Virginia, en  el auténtico Sur americano, Cecil Jacobson decidió repartir su gracia divina y, rememorando a los antiguos propietarios de los algodonales,  sembrar de pequeños “ceciles” todas las plantaciones del sur. Utilizó su propio semen para inseminar a cientos de mujeres sin su conocimiento, y al menos se reportaron 75 niños nacidos de esta manera.

La pesadilla comenzó cuando una madre descubrió el parecido de este tarado con su propio hijo. Y es que encima de ser un delincuente desalmado, Cecil era feo de narices y esparció unos cromosomas penosos. La defensa basó su alegato en que “lo más concluyente es que los tratamiento funcionaron” y que “se esforzó al máximo para conseguir que el deseo de ser madres se convirtiera en realidad”. A pesar de las  52 acusaciones que pesaron  sobre el y de la petición de 280 años de prisión, libró con 5 años de cárcel y en la actualidad se dedica a proyectos de investigación en agricultura, en los que parece ser que su semen no tiene aplicación de momento.

El otro aprendiz de Dios fue Bertold Wiener, biólogo vienés, fundador en los años cuarenta de la clínica de fertilidad London Barton, donde se concibieron unos 1500 londinenses. De momento el ADN ha confirmado  que de 18 casos analizados, 12 de ellos son hijos de Bertold, de ello se podría inferir que podría haber unos 300 hijos, que no herederos, del nuevo “seminator”. En Londres casi todo el mundo es familia.

Parece ser que estaba muy orgulloso de sus logros y que encontraba una clara justificación moral a sus actos. “Si vas a concebir un niño de forma deliberada, tienes que poner las exigencias por encima de lo normal”

Las únicas conclusiones, que podemos extraer de estos desafortunados acontecimientos,  son que se trata de dos casos aislados a lo largo de la historia de la reproducción asistida y que, como ya sabíamos, un título universitario no exime de enfermedad mental.

En la actualidad la seguridad y la trazabilidad en los centros de reproducción asistida son exhaustivas. A pesar de ello, los pacientes deberían de exigir que los centros  que elijan para sus tratamientos contaran con sistemas adecuados que hicieran imposibles  estas situaciones, así como las hipotéticas confusiones.

En cualquier caso, rotundamente,  SI debéis confiar en vuestros biólogos y ginecólogos.

Dr. Miguel García Giménez
Dr. Miguel García Giménez
Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Zaragoza. Especialista en Obstetricia y Ginecología en el Hospital de Donostia. Doctor en Medicina por la Universidad de Zaragoza.

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