¿LOS EMBRIONES SON MELÓMANOS?
Hoy, al leer las noticias de la prensa digital, me debato entre el estupor y la satisfacción ante el gran abanico de posibilidades que se nos abre en el campo del desarrollo embrionario.
Antonio Orozco da un concierto a embriones en una unidad de reproducción asistida.
Si fuéramos mal pensados, seguro que creeríamos que se trata de un acto propagandístico, y que parece que para vender vale todo, aunque se trate de medicina, pero seguro que nos equivocaríamos y que está basado en sesudos estudios prospectivos, randomizados, doble ciego.
Ahora deberemos de estudiar nuevas líneas de trabajo. Podríamos organizar en los laboratorios desfiles de modelos/as, exposiciones colectivas de pintores, e incluso una lectura ininterrumpida del Quijote o 50 sombras de Grey (según gustos). Además podríamos explorar la posibilidad de desarrollar con el Basque Culinary Center una colección de recetas para aromatizar los gases de nuestros incubadores.
Por fin vamos a conseguir que nuestros embriones se desarrollen felices dentro de una máquina y que además puedan nacer con exquisito oído musical, una vasta cultura literaria e incluso un delicado paladar. Por razones obvias evitaremos proyectarles películas de Arnold Schwarzenegger.
Lástima que hayamos pasado por alto algunos pequeños detalles. Los embriones de ocho células no tienen oído, vista, olfato ni paladar. Por lo menos tienen la suerte de que la primera música que oigan en su vida no sea la voz de Antonio Orozco, pero no vamos a permitir que la realidad nos estropee un buen titular.