¡Marchando una de semen!

Es innegable que los tiempos adelantan que es una barbaridad. Las nuevas tecnologías nos demuestran cada día que lo imposible está cerca de no existir. Lo que era una quimera hace un par de décadas hoy se ha convertido en una rutina que haría desencajar la mandíbula de asombro a nuestros bisabuelos. Son más las visiones de Julio Verne que se han hecho realidad que las que quedan por cumplirse.

Por ejemplo, ya no solo podemos pedir desde nuestra casa una pizza -o comida mexicana, asiática o africana, lo que se prefiera- o solicitar que el supermercado nos lleve la compra a nuestro domicilio. Ahora también te traen semen. Basta con rellenar un formulario para recibir en casa tan sorprendente pedido. Mi curiosidad me hace preguntarme si, al igual que la oferta de pizza se distribuye en pizzas pequeñas, medianas o familiares, también se puede pedir un dedal, un vaso o una olla de semen…

Hablando más en serio, hace poco la Sociedad Española de Fertilidad advertía en un artículo de la proliferación de páginas web de bancos de semen que incluyen entre sus servicios la venta directa de semen para “inseminaciones en casa”. En síntesis, en estos bancos se permite elegir no solo las características del donante, sino que se ofrece la oportunidad de obtener el perfil completo del mismo: nombre, fotografía, antecedentes formación académica, entorno familiar, aficiones… Los más exigentes hasta pueden acceder a un saludo del donante escrito de puño y letra o una grabación sonora de su voz, e, incluso, un resumen de su inteligencia emocional.

Obviamente, el precio del semen dependerá del candidato, del donante elegido. El pago se puede realizar como cualquier otro producto en internet: giro bancario, tarjeta, PayPal, etc. Vamos, igual de sencillo que comprar un libro en Amazon. Generalmente se utilizan dos modos de envío del semen: en hielo seco (algo muy parecido a como se transporta el pescado desde la lonja hasta las pescaderías) o en el interior de bombonas de nitrógeno líquido.

Y por fin nos llega nuestra deseada muestra. Solo queda un pequeño trámite: la inseminación casera: es decir, manipular ese semen, llenar una jeringa, tumbarnos en posición cómoda, introducirnos la jeringa en la vagina e inyectarnos el esperma. Qué fácil, ¿verdad, señor Verne?

En todo este proceso hay un pequeño detalle que es necesario comentar: que estos bancos de semen ofrezcan la posibilidad de este “servicio” es ilegal en España. Las técnicas de reproducción asistida únicamente se pueden llevar a cabo en centros sanitarios autorizados. Estos centros garantizan el personal preparado para elegir el donante adecuado para cada pareja receptora. Esta atención incluye un seguro de responsabilidad en el caso de que sucediera un contratiempo concreto en el proceso.

Por otra parte, en nuestra legalidad es obligatorio que el donante sea anónimo de cara a mantener su privacidad. Y por último, pero no menos importante, ni mucho menos, es un hecho evidente que las inseminaciones caseras impiden conocer la seguridad biológica de las muestras de semen, asegurar la calidad seminal previa a la inseminación, y saber si el proceso ha sido o no llevado a cabo con la necesaria pericia.

En estos tiempos acelerados en los que vivimos es comprensible: lo queremos todo y lo queremos ya. Como decíamos al principio, hoy todo parece posible. De ahí que la imposibilidad o dificultad de tener un hijo nos empuje en ocasiones a buscar la manera supuestamente más rápida y sencilla de lograrlo. Lo primero que se suele hacer es consultar a nuestro amigo Mr. Google. En esa primera página de resultados a veces creemos ver la panacea: “Mira qué bien, inseminación en casa. ¡Qué fácil! Y así no hace falta que vaya al gine…”

La verdad es que sí, sí hace falta. Es la mejor cosa que podemos hacer por nosotras: consultar a nuestro ginecólogo. Él solicitará los estudios necesarios para el diagnóstico. Estudios y diagnósticos que serán tuyos, míos, o de ella; es decir, absolutamente individualizados. Lo que, ya desde el principio, es garantía de, al menos, un servicio de calidad y seguridad.

Dra. Laura Susperregui
Dra. Laura Susperregui